Fundada en 1768, la Real Academia de la Artes eligió por unanimidad a Reynolds como su presidente. Con motivo de una nueva sede que se abriría en 1780, la Academia le encargó un cuadro del rey y la reina Carlota
(1744-1818). Ambos se instalaron en la Salón del Consejo del nuevo edificio para las reuniones.
Conocidas fueron las antipatías entre el rey y el artista; la crítica se dividió entre quienes celebraban
y denostaban la obra, hoy sita en la misma institución londinense que lo solicitó. Reynolds plasmó a su personaje con la capa larga de armiño, con la cual fue investido como rey, sobre su pecho cuelga el gran collar
de la Orden del Toisón de Oro. El escorzo ligero, con un pie sobre el taburete, estampa un aire de atención y dignidad.
Reynolds admiró a los artistas venecianos y a Rembrandt, y él mismo fue el modelo
para nuevas generaciones. El pincel anónimo de Retrato del rey Jorge III, de Museo Soumaya, lo trazó con gran calidad. Se trata de una versión que, en medidas, es apenas más pequeña; entre las diferencias más notorias:
no aparece la borla, arriba en el centro, ni el ala del cortinaje que cae a la derecha de la columna. La obra es epítome del Siglo de Oro de la pintura inglesa que se extendió entre la Era Georgiana y los inicios
de la Victoriana, esto es, entre la década de 1720 y mediados del siglo XIX.
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